luns, 5 de outubro de 2015

los perros y yo

TYRON
Este es Tyron, el nuevo miembro de la familia, y como podéis comprobar es un perrito muy bonito.
Pero mi historia con los perros nunca ha sido idílica. Es más, he llegado a padecer una especie de cinofobia, o como yo digo "perrofobia" y, sinceramente aún no se me ha pasado. Ya nunca fui yo mucho de perros, y cuando nos atacaron tres perros de caza cuando íbamos al colegio con sólo siete años, ya casi no los podía ver delante, siempre de lejos o me alejaba de ellos. Pero hubo un momento que esa ansiedad se rebajó, y fue cuando me fui para Granada. En esa ciudad había tanto perro abandonado, que al final eran ellos o yo. No me diera cuenta de eso, hasta que mi hermana me comentó que se quedara alucinada cuando pasé cerca de dos perros casi sin inmutarme. 
Mi actual relación con los perros ajenos es; espera a que yo te vea y evalúe si me puedo quedar en el sitio o me tengo que cambiar de acera. Cuando veo un perro o perra, lo primero que evalúe es si tiene correa, si no tiene, donde está el dueño o dueña. Si no veo una persona responsable del animal, ¡aléjate!. Dá igual que luego este o esta diga, no hace nada, me da igual, ya mi percepción, errónea o no, decidirá si hace nada o no. Como un perro ladre, Moka ya se va, directamente, que no se moleste nadie, odio que un perro se ponga a ladrar sin ton ni son, y si son chicos (perros de raza pequeña) peor, ese ladrido agudo me hace sufrir ansiedad. Y también odio a los dueños y dueñas que se molestan cuando le dices que por favor cojan al perro o lo llamen porque se acerca "peligrosamente" ladrándote a lo loco, "si no hace nada", ¡y a mi qué!, que hay gente que no apreciamos a los perros desconocidos nada más verlos, ni que nos ponemos a acariciarlos a lo loco a los animales que no son nuestros, e incluso hay gente que tiene fobia a las mascotas. Siento si alguien se ofende, porque yo respeto a los que quiere mucho a los animales, pero creo que tienen que pensar que en la calle hay gente que tiene problemas con ellos y tienen que ser respetados también.
Cuando yo era pequeña y vivía en la aldea, cada casa tenía por lo menos un perro y un gato. Los que tenía perros pequeños, normalmente estaban sueltos. Aquellos que eran grandes, si la casa no tenía cerrado estaban atados, eran los defensores de la casa. Yo no era muy de acariciarlos, ni hablarles ni nada de eso, cosa que mis amigas hacían. 
En casa de mis abuelos, donde he vivido unos años, siempre hubo un perro grande de los que estaban atados. El primero que recuerdo se llamaba Biuti. Se murió de viejo y enfermo. Nunca me acerqué a él. El siguiente fué Pol. Este ladraba aún más que el anterior, así que no me acercaba ni loca a su territorio. Cuando pasamos a vivir a la casa de mis padres, mi madre no quería perros, pero un día mi padre llegó con una perrita muy bonita a la que llamamos Yoli. Era una perrita muy buena, que cuando yo estaba sola me atrevía a acariciarla y jugar un poco con ella, pero si venía mi hermano, sabiendo mi reacción, comenzaba a decir: "Yoli, mórdelle, mórdelle" (Yoli, murdele, muérdele) y yo me largaba corriendo.Ni loca me mordería, pero yo ya no controlaba la situación. Yoli era superlista. Una de las cosas que hacía era acompañar a mi madre a las fincas, luego se venía, y si se acercaba la noche y mi madre aún no estaba en casa, se iba a la finca de turno a buscarla. Era la que le daba de comer. Yoli era tan guapa, que se ligó a todos los perros de la aldea, y se pasaba gran parte de su tiempo embarazada, tuvo un montón de Yolicitas y Yolicitos. Pero nos mudamos a Santiago, una ciudad, así que dejamos a Yoli a mis abuelos. Era tan lista, que los viernes cuando veníamos a pasar el fin de semana, ya estaba ella en la puerta para recibirnos a saltitos y moviendo la cola a lo loco, y cuando llegaba el domingo, se esperaba a que el coche arrancase hacia la ciudad para irse. Un día Yoli desapareció, nunca supimos nada más de ella, cremos que alguien se la llevó, por bonita. Nunca más tuvimos perro ni perra. 
Mi siguiente experiencia, también fue con una perra. Se llamaba Yuma, una rottweiler de un amigo. La conocí de cachorrita, la deje de ver un mes, ya estaba grandecita. Ese día, casi no me acerco a ella. Mi amigo al ver mi reacción me dijo, acércate despacio y que te huela. Cuando hizo eso, al rato sentó el culo y sacó la lengua a forma de saludo, se acordaba de mí, alucinadita me quedé. Nunca le tuve miedo a esa perra, pero pobre de mi si viese otra rottweiler que no conociera.
Ahora tengo una pareja que adora a los perros. Toda su vida tuvo perros y perras con su padre. Cuando yo le conocí, tenía con su padre un montón de perritas, pero al fallecer éste regalaron parte de ellas y se quedaron con dos. Nunca me acerqué mucho a esas perritas, dos setters, una irlandesa y otra inglesa. En un mismo año fallercieron las dos, la irlandesa muy viejita y la otra se enfermó.
Así que llegó Magnun. Un setter irlandés que mi novio adoraba. Lo fuimos a buscar a Asturias, y luego comenzamos a llevarlo a casi todos los sitios a los que íbamos. Tengo que reconocer que no me acercaba mucho a Magnun, porque era enorme y juguetón, y tenía miedo que me tirase o me diese un golpe, pero aprendió a que si quería que lo acariciase se tenía que tumbar. Poco lo acariciaba, pero por lo menos alguna se llevó. Falleció de forma repentina hace hoy dos semanas con solo dos años de un infarto.
Así que ahora, está Tyron. Un cocker negrito, es decir, un perro de mi tamaño. Por ahora es el que he sentido más mío, por que sé que va ser de mi tamaño, pequeño, manejable, que no me tire. Con Tyron, también he sorprendido a mi hermana, a mi madre, y hasta a mí misma. Por primera vez en mi vida, he paseado un perro (no pongo la foto que salgo horrible).
Tengo que confesarlo, estoy embobadita con él. 

P.D: vaya rollo os he soltado hoy.

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