mércores, 18 de xaneiro de 2012

mi primer cole

Hace mucho que no os escribo. Eso es porque mi vida se ha vuelto rutinaria y poco hay de novedad en ella. Entonces, ¿que contaros?. Pues algo de mi niñez, mi primer colegio.
El primer colegio al que he asistido quedaba a más de un kilómetro de la casa de mi abuela. Y no había bus. No, no. Así que había que ir andando. Tampoco había comedor, por lo que tenías que ir a comer a casa. Si vais echando cuentas, andaba unos cinco kilómetros al día. Tengamos en cuenta más variables, seis años, Galicia, lo que es igual a inviernos duros de frío y lluvia. Es verdad que cuando llovía mucíisísimo siempre había algún padre que nos acercaba en coche.
Fuí a ese cole durante tres cursos. El primer año compartí camino con la amiga que aún conservo desde los cinco años, curiosamente diez días mayor que yo. El segundo año se unió a la comitiva otra niña que era dos años más pequeña que nosotras. Al principio alguna abuela o madre nos acompañaba pero después hacíamos el camino cuatro veces al día las tres. A veces también también se unían los niños, pero ellos eran más rápidos, y no les llevaba el camino más de media hora como a nosotras. ¿Y por que nos llevaba más de media hora a nosotras? Pues si, por la Moka, que ella siempre iba a su pasito lenta, nunca tiene prisa.
El camino más duro era el de la mañana. siempre me costó levantarme, pero de aquella también costaba que desayunase. Así que acaban dandome la leche a cucharazos mientras las otras niñas me iban a buscar a casa y me metían prisa porque íbamos a llegar tarde, y era así muchas veces, llegábamos después de las palmadas que anunciaban la entrada en las aulas. En mi primer cole tampoco había timbre, era uno de los profes el que empezaba a dar palmada, muy sonoras por cierto, que indicaban la entrada a las aulas. 
El mejor camino era el de vuelta por la tarde, y sin duda ya en primavera. comenzaban las flores, así que por  el camino, una de las cosas que solíamos hacer era un collar de unas flores amarillas llamadas pampillos y una hierba que no se cual es. 
Eso es lo que hice durante tres años, caminar casi cinco kilómetros diarios con dos cuestas arriba bastante feas (cuando iba hacia el colegio) y dos cuestas abajo que casi ibas sola (cuando iba hacia la casa). Los dos primeros años sin ningún tipo de tratamiento, ni quirúrgico ni farmacológico de mi cardiopatía congénita. 

0 pensamientos externos:

Publicar un comentario

 

Copyright © diario de una fontan. Template created by Volverene from Templates Block
WP by WP Themes Master | Price of Silver